Al-Khelaifi, no puedes hablar de igualdad
La hipocresía y el cinismo son unas características cada día más habituales en el mundo del fútbol. Las hinchadas disfrutan en el césped de sus equipos y sus jugadores, viven con ellos, se apasionan con ellos y maldicen junto a ellos. Todo se centra en la pelota. Sin embargo, en los palcos suceden cosas completamente diferentes y hasta el propio fútbol pasa a un segundo plano. El fútbol no es un deporte, es una industria, un negocio y un juego político y los poderosos están muy interesados en dominarlo y han implementado su forma de actuar: el cinismo.
El París Saint-Germain es un club dominado por un estado. Qatar ha invertido en el París Saint-Germain para usar al equipo de la capital francesa como buque insignia en la estratégica geopolítica europea. Pretenden conseguir buena imagen a través del fútbol. Mostrar las bondades y la ilusión de la sociedad qatarí conquistando a los hinchas con las maravillas del juego y de sus estrellas. Para conseguirlo, han depositado muchísimos billetes, mas de los que ninguno de nosotros podremos ya no tener, sino contar jamás. Y lo han hecho saltándose a la torera las normas del fair play financiero. Aumentando la inversión de patrocinio qatarí para subir el presupuesto y poder rendir cuentas. Un patrocinio inflado que ha derivado en nuevas normativas para ahuyentar este tipo de inflación.
El juego capitalista parisino ha arrasado con muchos de sus rivales y, como hace el neocapitalismo, ha pasado por encima, aplastando, a todo aquel que se ha puesto en medio. Al-Khelaifi ha pisado las normas del juego con inyecciones de capital que aprovechaban un vacío legal y ha contado con dinero estatal para armar su proyecto.
Por esta razón, no puedo sino reírme cuando escucho su discurso en la ECA. Estando de acuerdo en el fondo, porque la Superliga es una soberana estupidez que maldice todos mis ideales sobre este deporte, no puedo aceptar que alguien al mando de un club como el PSG hable sobre igualdad. Escuchar a Al-Khelaifi hablar sobre igualdad y pelea justa de los grandes clubes es como si ahora escucháramos a Amancio Ortega, Jeff Bezos o cualquier otro magnate predicar por un reparto equitativo de los bienes y unas condiciones favorables para sus trabajadores, acorde a los beneficios y participación de la empresa.
Lo siento Al-Khelaifi. No puedo aceptar tu discurso. Las palabritas se las lleva el viento, las palabritas se las lleva el aire y lo tuyo no son más que eso, palabritas, con unos hechos completamente contrarios, algo habitual en la estrategia política que, como avanzaba al inicio de este artículo, se ha implantado en el fútbol. Por favor, más dignidad y menos insultar a los aficionados, que somos el fútbol y podéis tenerlo claro, recuperaremos nuestro poder.