Alan Mozo, un joven común pero con reflectores de futbolista
Por Carlos Alberto Pérez García
"Parece que no entiende", "qué actitud tan irresponsable", "qué manera de poner en riesgo su carrera", "cómo puede representar a la UNAM"... Mil veces se llenaron los medios de declaraciones como estas sobre la nueva fiesta de Alan Mozo en medio del pico más alto de la pandemia, y aunque estos juicios están bien argumentados, parece que de pronto se olvida un gran factor: tiene 23 años y no hizo nada que ningún otro no haya hecho.
Sin entrar en comparaciones, porque todos los futbolistas a esa edad tienen pensamientos y actitudes distintas, no es justo satanizar a un joven de 23 años por disfrutar su juventud rodeado de gente que aprecia. Sí, fue irresponsable, insensato y sobre todo rompió protocolos establecidos al interior de su club, pero a parece que quien critica y golpea nunca vivió esa edad.
Alan Mozo sabe a la perfección los riesgos que implican ese tipo de escapadas, donde además de ingerir alcohol, pone en peligro a sus compañeros y al equipo por un posible contagio de coronavirus; pero a final de cuentas son los regaños posteriores los que otorgan el sentido de responsabilidad en quien infringe, tanto a nivel deportivo como personal.
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El canterano de Pumas se equivoca y debe ser debidamente sancionado, aislado y enjuiciado al interior del club, pero eso no significa que fuera de ese entorno se le deba criticar y juzgar como si nadie recordara las épocas más divertidas e irresponsables de cuando se es joven.
Mozo deberá pagar por lo que hizo, volver a ganarse el respeto de sus compañeros y demostrar que puede ser titular en un equipo de máxima envergadura, pero no es momento de sacar las banderas inocentes y señalarlo por algo legalmente es aceptado, incluso en esta época tan complicada de contagios.
Si van a disparar, que sea a todos y no sólo al futbolista. Que se dispare a quien permita las reuniones de más de cuatro personas, a quienes dan el tiempo libre en el club, a quienes vendan alcohol en el pico alto de la pandemia, y por supuesto a Alan Mozo, máximo responsable, pero sin olvidar que es un joven más en este país, capaz de reponerse, madurar y crecer, igual que cualquier otro.
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