Ayer se vio el Barça que todos los culés quieren ver

Xavi Hernandez
Xavi Hernandez / Quality Sport Images/GettyImages
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El Barcelona de Xavi Hernández llegó ayer a Mallorca con diez jugadores del filial, pues el COVID-19 y las constantes lesiones musculares que están sufriendo sus futbolistas dejaron ayer una insólita plantilla asolada por las ausencias.

Conociendo los antecedentes la gran mayoría de expertos y aficionados a este deporte vaticinaban un partido muy duro para el Barça teniendo en cuenta que el conjunto bermellón era uno de los equipos menos acusados por el virus de la primera división.

Desde el primer minuto, el conjunto catalán tomó la riendas del partido y dominó en campo rival con una circulación excesivamente fluida para no gozar de jugadores como Busquets, Gavi o Pedri. 

Durante el resto de la primera mitad el protagonista fue uno de los jugadores más criticados de los últimos tiempos en Barcelona: Luuk de Jong. En primer lugar, estuvo mucho más acertado que de costumbre en las combinaciones al primer toque, característica que se le ha recriminado en multitud de ocasiones. Cerca del ecuador de la primera mitad estrelló un balón en el poste tras un buen desmarque de ruptura. Minutos más tarde envió una chilena al travesaño que habría levantado a todos los aficionados de sus asientos.

Justo antes del descanso un gran centro lateral permitió al jugador neerlandés adelantar a los suyos con un cabezazo que contó con la ayuda de Manolo Reina, guardameta del Mallorca, que se resbaló justo a la hora de intentar detener el cuero.

Durante la gran mayoría del segundo tiempo el Barça siguió siendo el protagonista con y sin balón del partido, pero durante los últimos 10 minutos lo pasó bastante mal. Entraron muchos jugadores del filial para aguantar el resultado, consecuencia de algunas molestias físicas de jugadores como Nico.

Fue entonces cuando se detuvo el corazón de todos los culés. A dos minutos del final un centro se paseó por el área blaugrana y acabo siendo rematado de volea por Jaume Costa a un metro de la portería.

Marc-André ter Stegen sacó el traje de héroe que llevaba tiempo cogiendo polvo en el armario y con una mano digna de sus míticas parada de fútbol sala le concedió tres puntos al Barcelona. En un acto de compañerismo y agradecimiento todos los jugadores fueron a abrazarle cuando finalizó la jugada.

Ayer se vio por primera vez un Barça con garra, con actitud. Un equipo unido que sabe que el objetivo está lejos pero nada factible es imposible. El Barça que todos queremos ver.