Carta a Marcelo Gallardo de un hincha de River Plate
Por Eitan Benzaquén
Marcelo Gallardo nos cambió la vida a todos los hinchas de River y en esta carta quería entregarle mi corazón.
Querido Muñeco:
Mi nombre es Eitan Benzaquen y tengo 26 años. Asumiste cuando yo tenía apenas 18 y venía de una secundaria muy complicada en lo futbolístico. Habíamos sufrido el descenso, los recuerdos coperos eran todos negativos con eliminación a Boca incluida y prácticamente no lo había visto campeón.
Creí tocar el cielo con aquel título que ganamos con Ramón Díaz y fue uno de los mayores desahogos de mi vida. Su salida fue un golpe bajo y realmente creí que se venía un retroceso después de lo conseguido.
Cuando asumiste lograste conquistarnos rápidamente con tus palabras, pero sobre todo con lo que lograron transmitir los jugadores. Recuerdo ese primer año de un equipo que volaba, que presionaba alto y que nos llenaba los ojos de fútbol.
Fue ese mismo año cuando logramos ver las dos facetas de lo que nos podías dar y ahí empezaste a demostrar que eras un entrenador con todas las letras. Juro haber estado convencido que nuestro club jamás iba a poder ser copero y vos lo cambiaste para siempre.
Si bien nuestro mayor orgullo es jugar lindo al fútbol, aquella semifinal de Sudamericana fue una reivindicación a nuestra historia. River puede jugar, pero si hay que meter también lo tiene que hacer y jugamos una semifinal como nunca lo hicimos antes. Luego llegó la excitación total en el Monumental y el regreso a una final internacional. ¡La última había sido ante Cienciano en 2003 y como tantas otras, terminó en tristeza!
La final con Atlético Nacional parecía lo máximo. Eliminamos a Boca en semifinales y logramos ganar el primer título después de 17 años. Era la primera vez que veía a nuestro club ganar un torneo internacional y fue uno de los momentos de mayor felicidad.
Lo que vino después es algo difícil de explicar. Llegó la Libertadores, la primera que participábamos en seis años y también logramos ganarla. Como olvidar la clasificación ante San José y los gritos de Tigres ante Juan Aurich.
Sabía que si nos clasificábamos íbamos a terminar festejando y así fue. Después del papelón del gas pimienta, llegó Cruzeiro y también nos enseñaste a volver a creer contra los brasileños. Revertiste nuestra imagen en Brasil y le devolviste el respeto que habíamos perdido. Ese 3-0 también fue un gran quiebre para lo que se iba a venir.
La final con Tigres, sin tu presencia en el banco, fue inolvidable. La lluvia se mezclo entre las lágrimas y toda una generación que había sufrido un montón durante muchos años veía su primera Libertadores.
Luego llegó Japón y poder ver la invasión de hinchas fue realmente conmovedor. En el campo de juego no logramos dar la talla, pero nos devolviste a un lugar al que realmente creíamos imposible años atrás.
En 2016 llegó la primera frustración y nos enseñaste que las formas también importan. Nos eliminó Independiente del Valle, pero todo el estadio despidió al equipo de pie, ya que habían hecho hasta lo imposible por ganarlo. Confieso que creí que se podía tratar del final del ciclo, que ya todo había sido demasiado increíble y que habíamos visto el tope de lo que nos podías dar. Me equivoque.
El 2017 nos ilusionamos tras la remontada ante Wilstermnan y después nos golpeamos contra Lanús. Esa derrota fue durísima para todos, porque nos hizo recordar a un viejo River. Más de uno pensó que se agotaba el ciclo, pero vos estabas listo para dar el gran golpe.
Llegó el 2018, el verdadero año de la Gallina. Final contra Boca ganada en Mendoza, en lo que era para muchos el partido más importante del año. También se equivocaban. Vivimos la Libertadores más épica de la historia, eliminando a Racing, a Independiente, a Gremio en una noche épica y la coronamos en el Santiago Bernabéu contra Boca. La final más importante de la historia quedó en tus manos y eso será tan eterno como tu leyenda.
Muchos hubieran pensado que era el final. Te podías ir en el punto máximo, pero fuiste por más. El 2019 nos regaló un equipo que lejos de regalarse fue uno de los que mejor futbol nos mostró. Volvimos a eliminar a Boca en semifinales y aunque muchos en el momento no le dieron tanto valor, no hay que olvidarse que en la vereda de enfrente habían disfrutado por años de una eliminación en esa instancia.
La final mereció ser nuestra, pero el fútbol también da esos golpes. Jugamos el partido perfecto ante el poderoso Flamengo y en menos de cinco minutos se derrumbó la ilusión. De las derrotas se aprende, pero volviste a caer de pie.
Llegó la pandemia, que también la atravesamos con vos y hasta fuiste nuestro gran representante cuando luchaste por parar el fútbol (cuando el contexto lo ameritaba) y hasta el presidente pidió tu ayuda cuando había que volver.
Hubo tiempo para el ansiado título en 2021 del campeonato local y pese a que para muchos era el momento de irte, nos regalaste un año más. Puede ser que las cosas no salieron como soñaste en 2022, pero es anecdótico después de todo lo que vivimos.
Muñeco: nos devolviste la identidad futbolística, nos hiciste coperos, cambiaste para siempre la historia con Boca, nos hiciste creer y nos regalaste a los hinchas de River los años más felices de nuestras vidas. En lo personal, me costaba encontrar un ídolo personal y hoy no tengo dudas de que sos y serás vos hasta le eternidad.
River es tu casa y acá te esperamos.
Un hincha como vos.
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