Tras el derbi entre el Sevilla y el Betis, el mundo del fútbol debe reflexionar
Por Jose Benitez
Ayer se disputó el derbi aplazado entre el Betis y el Sevilla, pero por desgracia el fútbol ha dejado de ser noticia. La eliminatoria de Copa, estuvo marcado por una agresión deleznable de un aficionado del Betis a Joan Jordan, futbolista del Sevilla, lo que provocó la suspensión del partido. Pero también ha dejado entreabierto un debate importante sobre la deportividad y la ética, sobre todo, tras ver las imágenes en las que Joan Jordan exagera la agresión y Lopetegui le incita a que finja mareos.
En el fútbol cada vez estamos más acostumbrados a vivir escenas dantescas, en las que los futbolistas fingen mucho más dolor para forzar tarjetas o faltas, incluso penaltis a su favor. Otras veces también vemos esta situación para perder tiempo y que el partido se alargue. La última escena vivida en Sevilla con la plantilla sevillista tratando de forzar la suspensión del partido, solo es un hecho más que demuestra que el fútbol necesita recuperar sus valores.
Recordemos que el fútbol es un deporte, y aunque cada vez hay más en juego, sobre todo en términos económicos, de lo que se trata es de que unos deportistas venzan si son mejores en el terreno de juego. Tener que recurrir a artimañas solo hacen que empañar el espíritu del juego que debería estar por encima de todo. Además, el fútbol está diseñado para el disfrute de los aficionados, que van a animar a su equipo. El hecho de que la plantilla del Sevilla prefieriera jugar a puerta cerrada otro día, dice mucho de la pérdida de los valores de este deporte.
Los organismos que controlan el fútbol, llevan tiempo tratando de castigar estas prácticas, pero todavía es insuficiente. El otro día veíamos como el Valencia CF denunciaba en su cuenta oficial que el VAR no hubiera entrado a revisar un penalti muy cuestionable, en el que era evidente que Casemiro se dejaba caer.
El partido del Betis y el Sevilla nunca se debió suspender, pues si no había peligro ni para los aficionados ni para los jugadores, siempre debe primar la competición.