El Atlético de Madrid rompe la maldición de Villarreal
Algo pasa esta temporada con el Atlético de Madrid. Los rojiblancos han dejado de ser el pupas, ya no miran con sufrimiento las idas y venidas de la Liga, las tejedoras del destino han dejado de añadir obstáculos a su camino. Lo mismo con el estilo de Simeone. El Atleti ya no destaca por un juego rácano, de 1-0 y balón al aire. Los rojiblancos defienden bien, tienen gol y se gustan sobre el verde. Son líderes y nada es igual, ni tan siquiera los símbolos malditos. El Atleti consigue la mejor victoria de su historia en Villarreal.
El Atlético de Madrid ha jugado hoy el vigésimo partido de su historia en Villarreal. No importa el nombre y las reformas. El Madrigal y la Cerámica, con grada antihooligans y butacas bicolores o sin ellas. La victoria en el puerto del submarino amarillo siempre se tenía que sudar y se transformaba en agónica… o no llegaba nunca. Hasta hoy, los rojiblancos tan solo habían ganado tres encuentros de 19 y todos ellos habían sido por 1 gol a 0. La última victoria data de 2015 y se consumó con un gol del Niño, el ídolo colchonero, Fernando Torres.
De niño al niño de oro o, mejor dicho, O’ Menino de Ouro. João Félix. El luso se reivindicó con un derechazo imposible para Sergio Asenjo que se convirtió en el segundo tanto colchonero. Llegó en la segunda parte. En la primera mitad, el Atlético de adelantó con un gol polémico gol de Pedraza en propia puerta que fue anulado por el linier, pero corregido por el VAR. El Atlético de Madrid añadió el guion en su partido 20 en La Cerámica para ganar por 0-2.
Todo salió en el Atlético de Madrid. El resultado no termina de reflejar lo ocurrido sobre el terreno de juego. Los colchoneros sobrevivieron por destellos de grandeza, una victoria gracias al guante de Lemar, la calidad de João y, sobre todo, la seguridad de Oblak. El esloveno volvió a ser el mejor portero del mundo. Desvió una y otra vez todos los balones que se dirigieron a la portería. Fueron muchos, sobre todo en los minutos finales, monólogo amarillo y Chukweze, muy inspirado, como protagonista. El final de todas las jugadas, sin embargo, estuvo cantado: las manos de Jan Oblak.
Así, el Atlético de Madrid rompió el símbolo maldito de Villarreal y consiguió una victoria por más de un gol. No solo eso, sino que también terminó con la racha de ocho partidos consecutivos recibiendo gol y disipó los fantasmas de la duda que merodeaban sobre el liderato liguero. Victoria que bien puede dar un título. Este Atleti tiene mimbres.