El Barcelona tiene que vender a las vacas sagradas
Joan Laporta ha hablado ante los medios y ha hablado de un cambio de ciclo en el club. El presidente del Barcelona no se refirió a qué había que cambiar, pero todos hemos acudido a la lógica y hemos entendido el cambio de ciclo por el cambio de plantilla y, por tanto, el adiós de muchos jugadores clásicos del Barcelona. Dentro de las apuestas, futbolistas como Piqué, Jordi Alba, Sergio Busquets o Sergi Roberto han comprado papeletas para ser señalados y colgarse el cartel de transferible.
El movimiento ha creado mucha controversia y los clásicos, los que tienen miedo a los cambios, se han indignado y han levantado el hacha de guerra. Creen que si los históricos abandonan, el Barcelona perderá su esencia. Estos son los mismos que apoyaron a la monarquía en la Revolución Francesa, que se manifestaron contra las mejoras tecnológicas o que todavía le tienen miedo a las escaleras mecánicas. Los enemigos del progreso porque es precisamente eso, progreso, lo que necesita el Barcelona y el progreso solo se consigue expulsando a lo antiguo.
Y sí, si el Barcelona quiere olvidarse de sus fantasmas del pasado y formar un equipo nuevo y competitivo tiene que dejar atrás a los jugadores que tantas alegrías han dado y que han terminado por hacerse amos y señores del cortijo. Gerard Piqué, Sergi Roberto, Jordi Alba, Sergio Busquets y compañía tienen que plantearse su adiós; así como las estrellas que no han triunfado y acumulan masa salarial, como Coutinho, Dembélé y/o Griezmann.
Hay un nombre que todavía no ha salido a la luz en este artículo. Todos sabéis quién es, todos lo pensáis y nadie se atreve a decirlo. Tendrían que haberle dejado salir el verano pasado. Lionel Messi. Ha cumplido una etapa y ya ha quemado sus últimos años. Cobra mucho, más de lo éticamente permitido y, además, ha acumulado demasiado poder. Mientras Messi siga en el Camp Nou, el cambio de ciclo solo serán palabras. Alguien debería planteárselo.