DESCENDIDOS MATEMÁTICAMENTE | El Espanyol cae al infierno
El descenso es una de las grandes pesadillas del fútbol. Un hincha puede soportar casi cualquier cosa: robos, faltas de respeto al escudo, jugadores que no corren lo suficiente, derrotas contra el máximo rival… pero no ver bajar a su equipo de categoría. Todo se engrandece cuando olvidas esa sensación. El Espanyol ha descendido a Segunda después de haber militado todas las temporadas del siglo XXI en Primera División. Además, para añadir más drama al asunto, no solo ha descendido, sino que lo ha hecho en casa de su máximo rival, el Barceona y, por si fuera poco, sin el apoyo de la hinchada en la grada visitante. El silencio más desolador de la historia perica.
El periquito, que voló por el cielo más alto, incluso por encima de las nubes durante muchos años, ha tenido un accidente y cae en picado. El gol de Luis Suárez condenó su historia. Sin embargo, la bandada blanquiazul debe acudir al rescate para que este, como si de un ave fénix se tratase, se impulse con sus cenizas y pueda subir de nuevo al cielo, sin apenas tocar el fuego del infierno.
“D’avis a néts, en noble nissaga, som una sola generació, el cor encés i la ment molt clara fidels sempre al Espanyol” (De abuelos a nietos, en noble estirpe, somos una sola generación, el corazón encendido y la mente muy clara fieles siempre al Espanyol), clama el himno de los pericos. Hoy son miles los espanyolistas que lamentan y lloran a una sola voz, pero todos con una idea clara: siempre serán fieles a su club.
Detrás de las lágrimas y la desolación de cada hincha se esconde una ilusión rota, pero otra por nacer. Esta temporada se las prometían felices tras la clasificación a Europa League, pero desde la salida de Borja Iglesias, todo ha ido de mal en peor. El equipo nunca ha tenido síntomas de mejora y, pese a haber sido dirigido por cuatro entrenadores, no han dado la talla. Ante esto, el espanyolista medio acude a la nostalgia. Tienen motivos, sobre todo tras su centenario.
Todo era idílico hasta esta fatídica temporada. El Espanyol, que se fundó en el año 1900, no conoce los infiernos como club centenario. Además, para más inri, el siglo comenzó con un título de Copa del Rey en el año 2000. Los pericos se las juraban felices y tan solo padecían por Montjuic. El buen inicio no quedó allí, pues aunque tuvieron sus más y sus menos por no descender, volvieron a hacerse con la Copa del Rey en 2006. La historia se encarriló y fueron finalistas de la Copa de la UEFA la siguiente temporada. Cayeron contra el Sevilla. Esta década, con Tamudo y De la Peña, es considerada una de las más grandes de la historia españolista.
El siguiente paso a la gloria lo dieron en el año 2009, con el paso de Montjuic a Cornellà. El Espanyol por fin volvía a considerarse local en su propio estadio. Los nostálgicos lloraron por Sarrià. Sin embargo, el Espanyol siempre ha sido un equipo de subidas y bajadas y a la alegría del estadio le golpeó el adiós de Dani Jarque, eterno en la memoria periquita. El canterano se marchó y el equipo se hundió, pero el pasado llegó para salvarles: Mauricio Pochettino entró en acción. El argentino se marchó y tras varios años indecisos, la última alegría: el séptimo puesto de Ruby.
Lo que vino después no se olvidará la memoria colectiva. En la temporada más rara de la historia, el Nou Sarrià, vacío, concederá los llantos de la hinchada, pero esperará a que estos vuelvan para arreciar con la furia y la fuerza de esa “maravillosa minoría”. Y es que, aunque hoy es difícil, los periquitos han de alegrar el corazón, pues volverán a ver a su Espanyol marcar así ese bonito gol... para subir a Primera División.