El Real Madrid quemó la traca en Mestalla
Por Adrían Marcos
En Las Fallas de Valencia la persona que se encarga de prender la mecha que desencadena una serie de explosiones suele ser alguien importante: el alcalde, el presidente, la fallera mayor... y se entiende como un honor. En el deporte quemar la traca significa todo lo contrario y la actuación del conjunto blanco en Mestalla no puede tener mejor definición en la noche aciaga que el Real Madrid ha protagonizado y el madridismo no olvidará, al menos, hasta dentro de dos semanas.
Los de Zinedine Zidane se marchan al parón de selecciones con la peor de las sensaciones posibles, la de ver cómo se aleja el liderato de LaLiga tras firmar un partido nefasto en el que todo lo que podía salir mal, como aprobaría Murphy, salió mal. El equipo comenzó dominando y Benzema subió el primero al marcador para transformar el dominio en gol, algo que últimamente era una asignatura pendiente para ellos.
Sin embargo, una desacertada acción de Lucas Vázquez dio lugar al primer penalti de la noche. Carlos Soler falló y volvió a errar en el rechace, pero Yunus Musah consiguió mandar el balón al fondo de la portería. El VAR mandó repetir el lanzamiento porque tanto el goleador como el lateral gallego entraron al área antes de lo debido, y esta vez Soler marcó.
El Real Madrid trató de reponerse, pero al filo del descanso, otra acción sin fortuna alguna, llevó a Varane a despejar de manera errónea y ni él ni Courtois pudieron evitar que el balón acabase superando la línea de gol. Tras el descanso ambos equipos tuvieron una ocasión para marcar y a la segunda que tuvo el Valencia, tras una gran jugada de Gayá, penalti de Marcelo sobre Maxi Gómez, y Soler volvió a batir al guardameta belga.
Cinco minutos después de que, finalmente, se lanzase el segundo penalti, llegó el tercero. Esta vez fue Sergio Ramos quien, tratando de hacerse un hueco por delante de Yunus Musah, desplazó el balón con la mano dentro del área y 'hat-trick' para Carlos Soler desde los once metros. Zidane trató de encontrar la reacción en el banquillo, pero ninguno de los que se calzó las botas pudo recortar distancias y se consumó la derrota.
Un cúmulo de despropósitos
Más allá de los goles, el Real Madrid dejó una imagen muy alejada de la que le llevó a conquistar la pasada edición de LaLiga en la que la solidez defensiva fue su pilar principal. Los cuatro defensas fueron protagonistas en las acciones, tres cometiendo sendos penaltis y el otro marcándose el gol en propia. Tampoco ayudó la ausencia de Casemiro, aislado por su positivo en coronavirus, que evidenció la falta de un sustituto de garantías para días como hoy.
Fede Valverde no es el brasileño y, además de no cumplir en esa posición, no pudo desplegar todo su potencial como venía haciendo en las últimas semanas. Modric trató de tirar del carro creando juego, pero fue decayendo, e Isco, que sorprendentemente entró de inicio y completó los 90 minutos, hizo una buena primera mitad, pero se le hizo largo el partido. Arriba ni Vinicius ni Asensio aportaron la verticalidad que precisa el equipo, y Benzema, que se retiró con molestias, fue la única luz con su cuarto partido consecutivo marcando.
Mala imagen de un Real Madrid que por primera vez en su historia vio cómo le pitaban tres penaltis en contra y mucho que trabajar en estas dos próximas semanas con los futbolistas que no hayan recibido la llamada de sus seleccionadores, aunque no sean muchos. Zidane deberá encontrar la fórmula para devolver la garra a su zaga, la magia a sus centrocampistas y el movimiento a gran parte de una delantera que tiene la pólvora mojada.