La dignidad deportiva y el honor delante de cualquier especulación: la última lección de Marcelo Gallardo
Por Eitan Benzaquén
Marcelo Gallardo dirigió su último partido oficial como entrenador de River y no podía ser un encuentro más. Un River sin chances visitaba la cancha de Racing, que peleaba el campeonato mano a mano contra Boca.
Hubo mucha especulación en la previa y muchos hinchas deseaban que el equipo resigne los puntos para arruinarle el torneo a Boca. En un final de película, el Millonario terminó ganándole a la Academia 2-1 y le entregó en bandeja al eterno rival.
El Muñeco vivió el partido con mucha intensidad y demostró que el resultado no le daba lo mismo. Quería despedirse ganando, yendo al frente y siendo un equipo ganador como a lo largo de todo el ciclo.
Dignificar la profesión, silenciar bocas a todos los que creyeron que iban a ir para atrás y demostrando que el fútbol no es un lugar tan sucio como muchos quieren hacer creer. Gallardo fue tantas veces crítico con el sistema del fútbol argentino, que su último legado no podía ser el de entregarle el partido a un rival.
¿Costó un título para Boca? Es cierto, pero eso es lo que te tiene que diferenciar cuando aspiras a ser grande. Cuando en muchos años se hable del ciclo del Muñeco, será anecdótica esta consagración del Xeneize, pero si debe dejar una huella que sea eterna.
River, al igual que Independiente, eligió ir para adelante y dar todo por conseguir la victoria. Pese a que muchos hinchas no les agrade, es lo que está bien y es lo que debe pasar en nuestro fútbol argentino.
Los que se quejan son los mismos que suelen molestarse por los actos de corrupción, por ver un torneo manchado y por las diversas falencias del sistema. Hoy ganó el fútbol y Marcelo Gallardo pudo dejar su última huella en nuestra querida liga.
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