La final de Copa a puerta cerrada es la vía más segura hacia Europa

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Incertidumbre es probablemente la palabra que mejor defina la situación en la que se encuentra España actualmente. El país comienza su particular 'desescalada' para tratar de dejar atrás el confinamiento, las fases del Gobierno se hacen realidad en las calles y el número tanto de contagios como de fallecidos cada día es menor, pero nadie sabe aún qué nos deparará el futuro, cómo será el escenario la próxima semana, qué territorios podrán avanzar y cuáles se verán obligados a esperar.

Por consiguiente, esa misma incertidumbre se traslada al mundo del deporte y del fútbol concretamente, donde los equipos de LaLiga ya planean su vuelta al trabajo de forma individual y preparan sus instalaciones para poder respetar las medidas de seguridad sanitaria. Pero de nuevo surgen las mismas preguntas: cuándo se podrá volver a jugar, cómo será la paulatina llegada a esa 'nueva normalidad', cómo se resolverán los torneos... Y entre todas estas cuestiones dos equipos tienen un único objetivo en mente: la final de la Copa del Rey.

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La final del torneo del KO debería haberse disputado en Sevilla el pasado 18 de abril, mas la expansión de la pandemia mundial obligó a suspenderla a la espera de una futura disputa. Las preguntas acerca de cómo, cuándo y dónde se jugaría han estado a la orden del día durante estos 50 días de confinamiento, pero las respuestas aún no han terminado por llegar.

La UEFA avisó tanto a la Real Federación Española de Fútbol como a los dos clubes implicados de que el partido debería jugarse antes del 3 de agosto si quieren que el que salga vencedor ocupe la séptima plaza europea. La Real Sociedad marcha en cuarta posición en la tabla por lo que, por ahora, disputaría la previa de la Champions League, pero el Athletic Club es décimo y la victoria copera no solo supondría la consecución de un título, también un puesto asegurado en la Europa League.

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El problema para ambos es que la disputa del duelo antes del mes de agosto supondría vivir un partido sin público en el estadio y probablemente sin celebración posterior. El encuentro, como la mayor parte de los derbis entre leones y 'txuri-urdines', sería una fiesta en diferentes circunstancias gracias a la buena relación y la rivalidad sana entre ambas aficiones, que soñaban con verse las caras en un partido de tal calibre.

En este escenario se presentan las dos alternativas: jugar a puerta cerrada y luchar por una plaza europea o esperar a que se pueda jugar con público y perder ese derecho. Hay quien apuesta por la primera opción, la de jugar ante el calor de la afición y celebrar la victoria, o llorar la derrota, junto a su gente, ya sea en Sevilla o en cualquier otro estadio.

Sin embargo, la opción más sensata es la que aboga por un choque sin público, en un campo más cercano a ambos clubes como puede ser Mendizorroza y asegurar así la presencia de uno de ellos en Europa. Además, en caso de no finalizar el campeonato de liga, ambos estarían en Europa el curso que viene, la Real Sociedad por su cuarto puesto y el Athletic Club, ganando o perdiendo, por alcanzar la final de la Copa del Rey.

Más allá de la plaza en la Europa League, es una cuestión de solidaridad pues, de seguir todo según lo previsto, tanto la recta final de LaLiga, con la disputa por el título y la salvación, como la de la Champions y la Europa League con sus respectivas finales, serán también a puerta cerrada. Solidaridad y previsión pues nadie puede aventurar aún cuándo podrán volver los aficionados a llenar los campos de fútbol.

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En este sentido la opción que más peso está cogiendo es que las gradas no vuelvan a lucir en su máximo esplendor hasta 2021 y, aunque la UEFA ha autorizado a la RFEF para aplazar el partido tanto como considere oportuno, no parece coherente disputar la final de la Copa del Rey mientras se juega ya una nueva edición. Además de los cambios en la plantilla que podría haber en cada uno de los dos clubes teniendo en cuenta los dos mercados de fichajes que habría por medio.

En resumen, la mejor alternativa posible es disputar el partido a puerta cerrada, perder el calor de la gente con la confianza de ganar una plaza europea y brindar otras alegrías la próxima temporada. Jugar sin afición, en igualdad de condiciones y con los mismos jugadores que han alcanzado la final. Pero, eso si, apurar al máximo a ese 3 de agosto para saber qué equipos irían a Europa en cada caso y, quizá, jugar un poquito más tranquilos.