La salida de Odegaard beneficia al jugador, pero no al club
Por Manuel Navas
Ya es oficial. Martin Odegaard desembarca en el Arsenal en calidad de cedido hasta final de temporada. No ha sabido o no ha querido triunfar esta temporada en el Real Madrid e intentará ganarse un hueco jugando lo que queda de temporada en el Arsenal.
En teoría es el propio jugador el principal beneficiado. Sin confianza por parte de Zidane, no estaba teniendo trascendencia esta temporada después de deslumbrar en la Real Sociedad el año pasado. Ahora llega a los Gunners previa petición de Mikel Arteta. En principio, se dan todos los ingredientes como para pensar que el jugador será importante desde el primer momento y disfrutará de los minutos que no ha tenido en Madrid.
No se puede culpar al cuerpo técnico de su marcha o no en su totalidad. Cierto es que quedó el jugador 'marcado' después de no contar en la Supercopa de España y no ser siquiera convocado en Copa del Rey frente al Alcoyano. Pero, en defensa de Zidane y su staff, conviene añadir que al jugador noruego se le ubicó como titular en los dos primeros partidos de Liga, con rendimiento escaso. También fue titular en Champions League contra el Shakthar en Ucrania y el Inter de Milán. Ha tenido escasas oportunidades, pero cuando las ha tenido no las ha aprovechado.
Más allá de la cantidad percibida por la cesión - unos 2 millones de euros - el perjudicado es el club. Por si no estuviera ya con carencias en varios puestos, la marcha de Odegaard debilita el centro del campo. Tanto Casemiro como Modric y Kroos son inamovibles y lo juegan prácticamente todo. El problema estará cuando estos no puedan jugar. Con Odegaard fuera, las únicas alternativas son Isco, quién tampoco está bien, y Valverde (lesionado).
Su marcha además hace visible el poco éxito en la política de fichajes tomada en los últimos años. Fichajes jóvenes comprados a precio elevado en muchos casos cuyo rendimiento no termina de estar a la altura de la vieja guardia. Parecía que con Odegaard iba a cambiar la tendencia. Ahora toca esperar seis meses más para ver si los jóvenes pueden asumir el mando a corto plazo.
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