Las jugadoras de la selección española aciertan con su segundo comunicado: la salud es lo primero

Lluis Cortes, Jorge Vilda
Lluis Cortes, Jorge Vilda / Angel Martinez/GettyImages
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El conflicto entre Jorge Vilda y las jugadoras de la selección española ha alcanzado una viralidad espectacular dentro del mundo del fútbol. La información que en un principio se hizo viral hablaba sobre una absoluta ruptura indefinida entre la Federación y las jugadoras de la selección consecuencia de las dinámicas en los entrenamientos y la exagerada exigencia que imponía el técnico a la hora de desarrollar los encuentros.

Las jugadoras han tenido que emitir un segundo comunicado negando lo anterior y aclarando que no se trata de una ruptura definitiva si no de una pausa momentánea preocupadas por su salud: "Las jugadoras lamentamos, en primer lugar, que la RFEF haya hecho pública, de forma parcial e interesada, una comunicación privada, con información que afecta a nuestra salud - que es parte de nuestra intimidad-, remitida en respuesta a la petición de la propia Federación de conocer quiénes de nosotras queríamos no ser convocadas. Comunicación de la que, por cierto, no hemos recibido respuesta en forma".

Al parecer el carácter del técnico relacionado con el trato a sus jugadoras roza lo dictatorial con normas relacionadas con dejar incluso la puerta abierta para comprobar la hora a la que cada una se acuesta. Parece ser que ésta no es la única actitud de este calibre que habría adoptado en los últimos tiempos Jorge Vilda.

Se trata de un comportamiento que excede lo profesional de manera exagerada. El comunicado de las jugadoras ha llegado algo tarde si estas prácticas han venido dándose durante los últimos años.

Han acertado también las futbolistas de la selección en este segundo comunicado al aclarar que ni mucho menos se trata de una renuncia a jugar con la selección si no en la decisión de no ir convocadas en la próxima convocatoria.

La pelota está en el tejado de la Federación que tendrá que decidir si Jorge Vilda debe continuar al frente de un equipo que no parece estar del todo contento con su presencia.