Lo de Griezmann era cuestión de paciencia

Si buscas en Google la palabra paciencia lo primero que aparece es una definición incluso más acertada que la de la propia RAE: "Capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse". Si hubiese un diccionario, un almanaque, unos anales futbolísticos, seguramente junto al mismo término aparecería alguna imagen del partido de Griezmann frente al Real Betis.

Ronald Koeman dejó a Leo Messi en el banquillo y colocó al francés en la mediapunta, donde él siempre ha querido jugar, donde se reivindicó con su selección, y le dio todos los galones del juego ofensivo azulgrana. Y el 'Principito' respondió. Durante la primera mitad la mayor parte de los balones en ataque del FC Barcelona pasaron por sus botas, cayó tanto a la banda derecha como a la izquierda, se asoció con todos, asistió a Dembélé en el primero y tuvo tres ocasiones claras de gol.

Sin embargo, pese a completar una primera mitad brillante en lo colectivo, demostró una falta de puntería y de confianza notables de cara a puerta. Dos veces el balón se marchó fuera, por muy poco, lamiendo el palo de la portería rival, y en la otra directamente impactó con el poste. Griezmann incluso dispuso de la oportunidad más clara desde el punto de penalti, pero Claudio Bravo, que le acogió en sus inicios en la Real Sociedad, supo como desconcentrarle para adivinar su lanzamiento.

El galo, a diferencia de lo sucedido en otros partidos, no se desesperó por los fallos, no bajó los brazos y fue precisamente cuando entró Messi, y tuvo que adelantar su posición, cuando al fin llegó su gol tras un gran pase de Jordi Alba y una genialidad del argentino. Y Griezmann, como es lógico, lo celebró esbozando la mejor de sus sonrisas y dejándose levantar por el rosarino, que compartió su alegría sabedor de la necesidad que tenía su compañero de un partido así.

La exhibición de Messi en la segunda mitad impidió que el francés fuese reconocido como el mejor jugador del partido, pero el técnico neerlandés, culpable en parte tanto de los buenos como de los malos momentos de este inicio de curso, si que valoró su trabajo tras el encuentro. Koeman, al igual que el barcelonismo, apreció ese saber esperar del galo, esa capacidad de sufrir y tolerar las adversidades, porque sabe que lo de Griezmann ayer era cuestión de paciencia.